Es habitual ver en las redes sociales los videos de fiestas familiares en las que la abuelita sale a bailar como una jovenzuela desquiciada o vemos como hacen que el abuelo salte a la pista con o contra su voluntad y se mueva “locamente” al ritmo de hoy pero como en “aquellos buenos viejos tiempos”.
Estos
videos son siempre acompañados con comentarios sobre la vitalidad, la alegría
de vivir, “la juventud que no está en el cuerpo sino en el alma” y
etcéteras…
Nada más
cierto.
No es lo
mejor transitar la tercera edad entre la asedia y la soledad…
Pero a
mí, esas imágenes me dan cierta pena…
Ahora que
me encuentro a pasos nomás de la vejez sé, claramente, cuales son los papeles
que no quiero representar.
Aclaro
nuevamente y, sé que sin necesidad: no pienso que los “viejos” deban vivir
apartados…
Pero no
quisiera verme en imágenes así…
Mi padre,
ya entrado en años, cuando debía y/o quería ir a una fiesta, llegaba a tiempo,
eso quiere decir que llegaba temprano. No olvidemos que la condición que todo
invitado a cualquier fiesta debe cumplir es la de llegar un poquitín tarde, o
si se quiere, bien tarde. Eso da cierto estrellato, a pesar de que todos hagan
lo mismo, pero es parte del ritual festivo.
Bueno,
pues el tipo, mi padre, llegaba temprano, saludaba cordialmente, alegremente si
se quiere, sin ser un estorbo, y una vez que la fiesta tomaba color y fragor
por así decir, él se retiraba. Había saludado, había cumplido, había quedado
como un caballero, había probado alguna delicia, había bebido haciendo honores
y se iba a su casa desentendido de si aquello devenía en bodrio u orgía.
Él sabía
perfectamente que todo aquello era un ritual juvenil…
En
aspecto musical me sucede lo mismo…
La música
se renueva y no envejece, pero sus protagonistas no pueden escapar al paso del
tiempo…
“ Alguna
vez fueron jóvenes” me dijo mi padre, ese mismo sí, cuando observaba
los afiches de cantantes de tangos con peluquín y sonrisa de notoria dentadura
postiza.
Esos
habían sido adolescentes cuando el público enloquecía por ellos, no obstante,
el tango, se renueva y continúa, pero otros son los que salen al escenario con
mejor porte…
Al Rock también
como a todos los movimientos musicales les sucede lo mismo.
Me da cierta pena, ya lo dije, y hasta angustia, saber que los miembros de una banda son acompañados en sus giras por gerontólogos…
Creo que
se puede seguir componiendo para el mundo, pero creo que es noble seguir
cantando y bailando en la intimidad…
La fiesta
desbordada, el recital superlativo, el escenario a toda pompa y locura es un
ritual.
Un ritual
para los jóvenes…
Disfruto
seguir escuchando a las bandas y a los cantantes que me fascinaron en mi
juventud y aún lo hacen, disfruto de las composiciones que siguen haciendo.
Pero sufro viéndolos en el escenario o tratando de ofrecer un espectáculo en
vivo que tiene que ver más con lo que fueron que con lo que son.
Me causan
la misma sensación que los viejitos bailando alocadamente en esos videos de
fiestas familiares…
Adhiero a
la actitud de mi padre: hay un momento en que hay que saludar cordialmente,
compartir un abrazo, una sonrisa, una copa y retirarse…
Claro que no es lo mismo ser viejo y millonario (o millonario viejo), que viejo y estar mendigando (o mendigo viejo).
ResponderEliminarAlgunos siempre la tienen más fácil que otros.
Saludos,
J.
Me hiciste reír amigo José, coincido totalmente!!
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