Recordábamos
que el fenómeno debe su nombre al hada Morgana, cambiante siempre…
Hoy creo que
deberíamos hacerle un acto de fe.
Con la misma solidez con que creemos en lo comprobable, propongo que creamos en lo imposible (dicen que
de eso se trata la fe…): propongo que creamos que aquello a lo que llamamos “Fata
Morgana” no es un fenómeno de refracción de la luz, ni una percepción errónea,
ni un espejismo comprobable.
Propongo que
creamos que es lo que es: un regalo de Morgana, el presente de un hada que nos
hace ver castillos de ensueño, barcos voladores, islas de encantamiento.
Propongo que
le creamos, que estemos convencidos de que su imagen es verdadera, que su regalo no es otra cosa que un don para que
podamos seguir viviendo esta vida con un poco más de sabor…
Propongo,
finalmente que en vez de refutarla, le agradezcamos la magia…
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