sábado, 25 de febrero de 2017

El profundo peligro de la autobiografía:



 Estoy convencido de que la única actividad verdaderamente noble es la Literatura.

 Otras disciplinas de la escritura, todas las otras, son deshonestas.

 Sólo la Literatura confiesa a las claras que lo dicho es ficción con todo lo que ello significa.

 Quien quiera tomar la ficción por algo puramente cierto, allá él. Que busque la tumba del Quijote, la varita de Harry Potter o la guitarra de Martín Fierro.

 La autobiografía puede ser un arma peligrosa, muy peligrosa. 
 
 Transcribo este fragmento de la entrevista que el escritor Fabían Sicardi realizó al mítico Tobias Wolf:

“–También hay autobiografías falsas… –Lamentablemente (se ríe). Están los ejemplos como En mil pedazos, de James Frey, que tienen aristas cómicas, como cuando comprobaron la falsedad de los hechos contados por Frey (abusos de drogas y la recuperación posterior que nunca sucedieron) y la editorial se vio obligada a devolverles el dinero a los lectores enojados. Pero hay otras más preocupantes, como las autobiografías que han probado ser falsas y hablan sobre el Holocausto, las que pretenden ser recuerdos de sobrevivientes, como Fragmentos, de Binjamin Wilkomirski, que años después de la publicación se demostró no sólo que sus historias eran falsas sino que el autor (cuyo verdadero nombre es Bruno Grosjean) ni siquiera era judío. De algún modo siguen resultando graciosas, pero no son inocentes. Hay mucha gente que quiere negar lo que sucedió y esa memoirs alimentan a los que dicen: “Viste, era todo mentira”. No puede dejar de existir una cierta...

–¿Responsabilidad?


–Y también confianza. Con historias falsas, esos autores erosionan la confianza del lector. Además, la mayoría de esos libros son mala literatura. Muchos de esos manuscritos fueron rechazados por las editoriales cuando los presentaron como novelas y los autores los volvieron a presentar como autobiografías…”





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