Algunos lectores maduros (como yo) habrán visto, casi en directo, aquella
tragedia de la cual se cumplió, ayer, unos 30 años.
Todos recordamos a la docente (Christa McAuliffe, de 37 años y
profesora de Ciencias Sociales) que
inauguraba el programa “Profesores en el
espacio” quien falleció junto con el resto de la tripulación.
Lo que resultó como terrible fue que una vez que se admitía a un
ciudadano común (seleccionado entre miles y miles de voluntarios) a viajar al
espacio, termine muriendo de manera tremenda…
Lo que resultó como más terrible fue que todo se transmitiera en vivo. Ese
exitísmo nortemaericano tan proverbial y distintivo hizo que el desastre sea a
vista de parientes, alumnos y amigos y del resto del mundo a través de la t.v.
Lo que resultó todavía más y más terrible es que sólo recordamos al
accidente, fruto de errores garrafales de la NASA, por la muerte de una
docente olvidando a los otros tripulantes del Challenger y a los otros y otros y otros tripulantes de todos
los accidentes espaciales que tiene la NASA en su haber.
De aquella transmisión, y de casi todas las que pueden hallarse hoy (que no he querido adjuntar) siempre me asombró el laconismo de los relatores
del evento, tanto de los medios como del propio organismo oficial: todo
explotando por los aires y ninguna variante en el tono de voz de los locutores…admirable “profesionalismo”
estadounidense…
Un amigo escritor me juraba haber escuchado que el gran Ray Bradbury,
si bien adhería públicamente a los viajes espaciales, él no estaba dispuesto a
viajar de ninguna manera… Acaso, asumía, en secreto, la distinción entre ficción
y realidad y más asumía que la Ciencia
Ficción tiene mucho de Tragedia…
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