domingo, 22 de enero de 2012

De capitanes y naufragios o el recuerdo de Lord Jim…

Tragedia del Costa Concordia

  Quedó aclarado muchas veces que no es éste un blog que comente noticias…

  Pero…

  Como infinidad de veces las noticias tienen características ficcionales, terminan acercándose ellas, las noticias, al espíritu del blog.

  Un naufragio es siempre algo tan literario como real o tan real como literario.

  Por eso, nos permitimos hablar sobre este suceso.

  Desde hace días se debate sobre si el capitán del hundido barco Costa Concordia debió o no abandonar la nave. Que es lo mismo que debatir si estamos ante una persona que se limitó a hacer lo correcto o ante un cobarde.

  El tema toma fuerza ante la idea de que el capitán "debe ser siempre quien abandone último toda nave en desgracia".

  Innumerables medios hablan sobre si este “deber” es un imperativo moral personal y difundido entre la marinería del mundo o si tiene o no sustento legal tanto nacional (en este caso Italia) como internacional.

  Ahí están todos abogados de un lado y otro buscando en dónde dice la letra de la ley y en dónde no dice…

  Y los medios ponen el ejemplo del Titanic

  Ponen ese ejemplo por la película Titanic

  Como si el único naufragio importante y conocido de la humanidad hubiese sido el que se nos edulcoró con el film protagonizado por DiCaprio.

 Se toman la delicadeza de obviar siglos de tradición de marinería occidental…

  Cualquier ciudadano del mundo entiende que un capitán ha sido, debe ser y será el último que deba abandonar una nave. Incluso, si fuere necesario debe morir con ella. Siempre existió ese sentido de paternidad profunda entre capitán y barco.

  Pero lo más curioso del caso, lo que hace a la historia merecedora de “entrar” en este blog es que toda la reflexión anterior surge ante la desgracia de un barco hundido.

  Y el Costa Concordia no es un barco hundido.

  Es un barco escorado y encallado.

  Un capitán podría ser superado por el miedo a la muerte (aunque no debería ser así), podría confundirse al suponer que un barco se va irremisiblemente a pique y salir antes del mismo.

  Pero no es el caso.

  ¿Por qué alguien con tanta autoridad se iría de un barco que no se hunde ni se hundirá?

  Por lo pronto, sólo me viene a la mente la obra Lord Jim de Joseph Conrad, personaje que, siendo importante oficial de un navío, carga durante el resto de su vida el estigma de haber abandonado un barco que jamás se hundió.

  Claro, Lord Jim pudo recuperar su hombría con una gran historia que siguió creciendo en cada página escrita por Conrad.

  Pero la historia de Lord Jim es literaria…


Nota: Lord Jim: "James Burke,  junto a su tripulación abandona en medio de una tormenta a sus pasajeros, peregrinos que viajan a La Meca, creyendo que la nave se va a hundir. Todos se ponen de acuerdo en testimoniar que vieron al barco zozobrar. Al llegar a puerto descubren con sorpresa que la nave había sido salvada por un barco francés y son sometidos a juicio. James es condenado y sufre la vergüenza y la deshonra de su acto de cobardía. Huye y se refugia en Sumatra, en donde intenta rehacer su vida. Pero la llegada de unos criminales europeos desencadenará un nuevo drama. James, buscando compensar su falta anterior, encabezará la lucha de unos nativos oprimidos, que lo llamarán Lord Jim…"

2 comentarios:

  1. Hola!!!!
    Lamentable historia, y los seres humanos somos los únicos que volvemos a repetirlas…me saco el sombrero por la jueza argentina.
    Recorro argentina con mucho esfuerzo, si queres pasar y mirar…
    Buena semana y un abrazo de oso.

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    1. Y lamentable es ver que, otra vez, la realidad supera a la ficción en lo trágico. Un gran abrazo!

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