Uno siempre piensa qué cosa es la muerte...
Como si fuera alguna cosa y no
algo que acontece...
La Literatura es tan benéfica en
este sentido, acaso más que la Filosofía. Son preferencias, tal vez, muy
personales.
Volví a leer el prólogo a “Doce
cuentos peregrinos" de García Márquez y lo dice con tanta claridad.
Coincido plenamente:
“Soñé que asistía a mi propio
entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne,
pero con un ánimo de fiesta. Todos parecíamos dichosos de estar juntos. Y yo
más que nadie, por aquella grata oportunidad que me daba la muerte para estar
con mis amigos de América Latina, los más antiguos, los más queridos, los que
no veía desde hacía más tiempo. Al final de la ceremonia, cuando empezaron a
irse, yo intenté acompañarlos, pero uno de ellos me hizo ver con una severidad
terminante que para mí se había acabado la fiesta. «Eres el único que no puede
irse», me dijo. Sólo entonces comprendí que morir es no estar nunca más con los
amigos...”
En la cabeza, la primera edición de "Cien años de soledad" que alguna vez tuve... |
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