Nuestro país se hizo con inmigrantes españoles e italianos. Todos tenemos apellidos italianos o españoles. Buscaban un lugar mejor, acaso un paraíso...
Desde hace décadas el flujo es
inverso, nuestras desastradas políticas hacen que nuestros compatriotas busquen
otras patrias en pos de lo mismo...
Pero, ya sabemos que el paraíso está en el paraíso o acaso en ninguna
parte... Definitivamente no está aquí ni en Barcelona...
Una vida (la mía) dedicada a la
educación me hace decir que el bullying y la discriminación escolar no son tan
complejas de reconocer y desactivar, pero demandan mucho trabajo, mucho tiempo,
mucha celeridad sin pausa: diálogos, observaciones, más diálogos, advertencias,
sugerencias, reuniones, observaciones, reuniones... Mucho tiempo y mucho
trabajo con prisa y sin pausa...
Puede que las instituciones o
quienes trabajan en ellas no estén preparadas o dispuestas o predispuestas a
afrontar esas tareas...
Si el cine se aparta de la realidad
infinidad de veces, diré que no en estos casos o en esta temática. Hagan la prueba
de ver películas de tema escolar y verán que el bullying es un problema crucial
no abordado y siempre mal resuelto. Esto es así en el cine de cualquier país
con los norteamericanos a la cabeza y esto es así en el cine porque lo es en la
realidad.
Recuerdo un texto del gran Anderson Imbert:
“Alas
Yo ejercía entonces la medicina en
Humahuaca. Una tarde me trajeron un niño descalabrado; se había caído por el
precipicio de un cerro. Cuando para revisarlo le quité el poncho vi dos alas.
Las examiné: estaban sanas. Apenas el niño pudo hablar le pregunté:
—¿Por qué no volaste, m’hijo, al
sentirte caer?
―¿Volar? —me dijo― ¿Volar, para
que la gente se ría de mí?”
Anderson Imbert
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