Me gustan las despedidas que
tienen ese sabor tan épico como secreto.
En Argentina y más en su ciudad
principal, Buenos Aires, el café es una pasión.
El café lo es todo, es un
reposo, es un instante, es la pipa de la paz, es la lanza de guerra, es la
excusa perfecta, es encuentro y es despedida…
Cafés cortitos, pequeños que
todos los “bares” sirven, fuertes, tremendamente fuertes…
“El último café”, letra de
Catulo Castillo, música de Héctor Stamponi y la voz de un poco recordado Jorge
Váldez.
Mis versos preferidos: “Miro la
garúa, y mientras miro/ gira la cuchara de café…”, también no puedo dejar de
citar el final fantástico: “Llovía y te
ofrecí, el último café.”
El Ultimo Café
“Llega
tu recuerdo en torbellino,
vuelve
en el otoño a atardecer.
Miro
la garúa, y mientras miro
gira
la cuchara de café
El
último café
que
tus labios con frío
pidieron
esa vez
con
la voz de un suspiro.
Recuerdo
tu desdén,
te
evoco sin razón,
te
escucho sin que estés
"Lo
nuestro terminó"
dijiste
en un adiós
de
azúcar y de hiel.
Lo
mismo que el café
que
el amor, que el olvido,
que
el vértigo final
de
un rencor sin porqué...
Y
allí, con tu impiedad
me
vi morir de pie,
medí
tu vanidad
y
entonces comprendí mi soledad
sin
para qué...
Llovía
y te ofrecí, el último café.
Catulo Castillo
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