Y a mi viejo amigo Quique Sbareglia, poeta menor y algo plagiario como
gustaba definirse a sí mismo, le parecía que la vida era una extraña representación...
Como tantos pensadores, afirmaba que él tampoco entendía muy bien qué
significado último tenía la obra pero, no obstante, proponía “salir a escena para intentar que todo
devenga en comedia y no en otro género dramático…”
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