No es
que sea ideológicamente un enemigo de los festejos de San Valentín, es sólo que
en estas tierras del sur nos van llegando estos festejos foráneos de santos y
no santos que no sabemos bien quiénes son ni qué hicieron o dejaron de hacer,
pero ahí estamos, celebrando, o quedando obligados a celebrar un poco para no
parecer tan antipáticos…
Además,
sin dudas que el festejo de San Valentín está esencialmente
adherido a las tarjetas de San Valentín
al punto que se decía: “recibir un San
Valentín”, esas misivas con mensajes cifrados, acrósticos y otras
estrategias románticas…
Pero
esto es muy londinense, o si se quiere, muy bostoniano. Para recibir un San Valentín había que tener un eficientísimo
sistema de correos.
Y
recibir una carta a tiempo, en tierras del sur fue siempre parte de un milagro…
No son
ni fueron esas nuestras virtudes sino otras...
Pero,
bueno, no seamos tan carcamanes:
Un
brindis por los enamorados, los verdaderos enamorados, siempre tan bellos, tan
nobles, tan ingenuos…
“Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.”
Gabriela
Mistral
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