Un viejo adagio revolucionario decía, o dice, que “la tierra es de quien la trabaja” (Emiliano Zapata). Toda una controversia ideológica que ha llevado a los hombres de distinto tiempo y lugar, a acciones tan dispares que van desde repartir panfletos a iniciar una guerra.
Pero, ¿si en vez de hablar de tierras, habláramos de objetos? y ¿si esos objetos fuesen prácticamente “juguetes” u objetos lúdicos?
El gran escritor norteamericano, héroe del policial negro, Dash Hammett puede que resolviese este dilema.
Gastó todo lo que había ganado por la publicación de una de sus obras en comprar una ballesta que, obviamente, le había gustado demasiado. Al decir que “gastó todo lo que había ganado” podemos entender que quedó, por esa compra, en un nivel de pobreza inicial.
Con motivo de la presencia de unos amigos, decidió prestársela al hijo de éstos, quien quedó encantado con la ballesta y dio muestras de talento para usarla.
Antes de que las visitas se marchasen, Hammett la guardó en el baúl del auto de los padres del niño y, ante la mirada atónita de Lilian Hellman, su musa y compañera, Hammet se limitó a decir “Las cosas son de quienes más las desean.”
¡Un brindis por la nobleza de actitud!
Dashiell Hammett |
Me siento un poquito más feliz con este post: siempre me pasa (y ese siempre es un siempre con todas las letras) que me compro alguna pavada linda, desde caramelos a cámaras de fotos, y termino regalándolo a alguien a quien le brillan los ojos cuando ve dicho objeto. Creo que me hace mucho más feliz esa sonrisa que el objeto en sí. Una sola cosa me niego y me negaré a regalar: mis libros y un cocodrilo de peluche que me autoregalé hace unas cuantas navidades porque tiene una mirada de cocodrilo que no se puede creer...
ResponderEliminarSin duda que Dash y, ahora usted, tienen razón, por la felicidad de las "personitas" que desean eso que tenemos. Eso sí, lo de Hammett fue un gesto superlativo!!!
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