martes, 2 de agosto de 2011

“Dionisíaco” exigió tareas dignas de Apolo.



 Supe tener un amigo que desistió de organizar una memorable bacanal al verse superado por las demandas organizativas…

  Y es lógico.

  Una cosa es participar de una verdadera orgía y otra organizarla.

  Una buena desorganización exige una buena organización.

  Al menos previa.

  El nuevo telón del mítico Teatro Colón de Buenos Aires se llama “Dionisíaco”. Sus tareas de diseño, selección de materiales, puesta en producción y demás, demandaron largo tiempo de arduo trabajo.

  Guillermo Kuitca y la escenógrafa Julieta Ascar son los creadores, lo demás son cifras de anónimo sacrificio:

  1.500 metros lineales de tela, un peso total de 1.800 kilogramos, 720 horas de confección y 18 meses de diseño y producción. Pero sorprenden más si se tiene en cuenta que la mayor parte de la obra se realizó de forma artesanal. Tal es la delicadeza que requirió el trabajo, que para ensamblar cada una de las dos hojas de 14 metros de ancho por 23 de alto se utilizaron sólo dos máquinas de coser. La mayor parte fue sólo aguja, hilo y dedal.

  Un trabajo apolíneo para una producción dionisíaca…

  Un brindis por el nuevo telón, otro por el viejo que tiene 91 años y seguirá para funciones especiales y otro por aquellos que son de Apolo en honor a Dionisio.



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