Allá por la década del noventa me quedé dando vueltas y vueltas a mi edición del libro de Paulo Coelho El Alquimista. Es que estaba buscando en dónde decía el autor que la historia que acababa de leer no era más que una versión extendida de “Historia de los dos que soñaron” del libro “Historia universal de la infamia” (1935) de J. L. Borges quien a su vez aclara haberla sacado de Las mil y una noches”.
Pero no, no encontré nada.
En ninguna parte de mi libro y de otras ediciones decía que el corazón argumentativo de su obra provenía de allí. Pasaba como originalidad de Coelho…
Acaso daba por supuesto que todos sus lectores eran, son y serán conocedores de la literatura tradicional de oriente y de la literatura borgeana al dedillo y, por ende, no hacía falta aclarar nada…
Ya sé que aleph puede ser palabra que reúna una infinidad de significados, es la primera letra del alfabeto hebreo, del alfabeto proto cananeo, del arábigo, del persa entre otras cualidades que son profundamente simbólicas.
Pero ese título ya se le ocurrió a Borges…
La capacidad humana es amplia en originalidad, si Coelho quiere decir algo semejante puede pensar otro título.
De no ser como digo, pues supongo entonces que basta con quitar algún artículo (el, lo, los, la, las) para que podamos apropiarnos livianamente de ocurrencias ajenas.
Siendo así, si Coelho puede tranquilamente quitar un artículo al consagrado libro de Borges El aleph les dejo a disposición los siguientes títulos que ya podemos usar para algún libro que queramos escribir:
Árboles mueren de pie. Casa de Bernarda Alba. Principito. Fantasma de Canterville. Siete locos. Mercader de Venecia. Vida es sueño. Amor en los tiempos del cólera. Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Guerra gaucha. Viejo y el mar. Señor de los anillos. Casa de los espíritus. Prisionero del Cáucaso. Diablo de la botella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario