Fue George Simmel quien observó que, con la invención del tranvía, dos personas que no iban a hablarse estarían mirándose un buen rato a la cara. Seguramente hay quien piense en excepciones. Pues sí, siempre las hubo.
Nos preguntamos si Simmel ya intuía lo que vendría: transportes modernos masivos llevando durante horas a cientos de miles de personas que no se conocen y no se conocerán, que no quieren ni intentan conocerse, que mayormente no quieren hablarse ni mirarse…
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