Dicen que la belleza seduce más
por lo que oculta que por lo que muestra.
Aunque también nos gusta que se
muestre…
Hay quienes creen que el placer
radica en cuánto se sabe esperar algo deseable y hay quien cree que la
felicidad está en saciarse hasta el hartazgo y prontamente…
Dos modos de hundirse en la
satisfacción: o con misterio y lentitud o con transgresión y hartazgo…
Suponemos que NETFLIX ha
inaugurado esta última forma de jugar su
juego en lo que a series televisivas respecta.
Ahora puedes ver toda la
temporada completa, de una “sentada” como se decía antes.
Las series televisivas, nietas
dilectas del antaño folletín literario, hijas preferidas del comic con final “continuará”; la serie en fin, ahora
puede ser vista de un tirón y como tal, seres débiles como somos, terminamos
propiciando jornadas maratónicas en la que sacrificamos horas vitales de sueño
para ver sin solución de continuidad un capítulo tras otro, tomando el engaño
ingenuamente, sin querer pensar que la serie que nos atrapa fue diseñada con esa
intención adictiva y con esa factura de enganche que nos seduce no de modo
casual sino de modo estudiado industrialmente…
Pero las series tienen un alma
secuencial…
Por esto último, cuando hace
una década estábamos obligados a ver
capítulos semanales, disfrutábamos de la espera con ansia, obligados a
la paciencia.
Las series nos dejaban soñando
con ansiedad.
Ahora nos dejan satisfechos
pero agotados, saciados por demás como en una comilona que al final de cuentas,
no hizo mucho más que dañarnos…
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