Ayer, los líderes políticos decidían si
iban a una guerra. El pueblo, pasivo, iba y moría. Hoy, algunos ciudadanos,
deciden ir a la guerra, otros ciudadanos pasivos mueren sin que los líderes
políticos puedan evitarlo.
Son otros los que continúan una antigua guerra,
no les piden permiso a los estados, no forman parte de ejércitos regulares, no
portan insignias ni banderas, hacen lo indispensable que se hace en toda guerra:
matar.
Hace un tiempo, en 2015, un atentado
islámico arrasó con la vida de más de cien jóvenes que iban a un recital de rock
en Francia.
Hace un par de días, alguien entra y
realiza una masacre en una mezquita en Nueva Zelanda con toda la estética y
difusión de un “video game”.
Los viejos odios
que no mueren y sí resucitan.
Las víctimas son siempre las mismas de toda guerra: aquellos que no quieren participar de la guerra…
Gracias amigo y ya estamos leyendo tu blog. Un saludo.
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