Rodolfo
Terragno escribió un libro tratando de probar que el gran San
Martín tenía una amante.
Tiene un par de cartas de las que no se puede
deducir demasiado, lo demás lo construye entre datos sin documentos y
suposiciones.
Sus críticos lo defienden y aplauden con la idea de que un buen secreto
es el que no se ha sido traicionado, el que siguió siendo secreto.
Habría que tener en cuenta dos cosas. Una, que los
secretos no existen, tarde o temprano todo se sabe, por lo tanto, si no tiene
certeza del hecho, lo más factible es que no haya sucedido. La otra, que en el supuesto caso de que si existiese el secreto perfecto, este permanecería sin revelarse jamás.
Quiero decir que si a esta altura no va a hacer la
revelación fehaciente de que el prócer ha tenido una amante sería mejor que no
publicase nada, al menos en formato de ensayo político disfrazado de biografía.
Para soltar la imaginación está la ficción, amplia,
libre, inconmensurable…
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