Otro antecedente al que no puedo dejar de hacer
referencia es a la serie “Batman”
de la década del `60,
Lo triste era que los niños de entonces no nos
dábamos cuenta de la parodia, tomábamos el engaño hasta que un hermano mayor o
un amigo despabilado nos despertaba o cuando al paso del tiempo lográbamos
entender el artilugio.
Y nos sentíamos estafados, engañados en nuestra
buena fe.
Es el día de hoy que creo que, en el fondo, amamos y
odiamos esa vieja serie y, como si fuese poco, cuando los niños del `70
despuntábamos la adolescencia apareció la parodia de “Mujer Maravilla”.
Otro engaño, otro sentimiento encontrado.
Otro engaño, otro sentimiento encontrado.
Los tiempos que corren tienen otra mirada o parecen
tenerla.
O acaso, al igual que los niños, nos hemos quedado
sin la capacidad de distinguir entre la seriedad y la parodia.
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