domingo, 4 de agosto de 2013

¡Y así se cura un dolor de muelas!





“Pidió una silla; puso encima una palangana, en que vertió tres dedos de agua, colocó medio un ladrillo; sobre éste acomodó tres pastillas de color obscuro; las encendió, y cuando ya arrojaban humo, las coronó con un embudo, en cuyo extremo debía yo poner la boca como quien va a fumar. Un humo grueso y cálido empezó a inflar los carrillos. Había que resistir cuanto más se pudiera; hasta sentirse asfixiado. Noté que el dolor se me amortiguaba y que me comenzaba a marear…”


                                                            Arturo Capdevila, Córdoba del Recuerdo, 1922



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