A los
sudamericanos se nos ha inculcado un complejo de precariedad. Todo puede ser
precario en estas latitudes o peor, mucho peor, por un decreto del destino todo
será siempre muy precario…
Pero de
a poquito nos vamos dando cuenta de que no es tan así, de que podría fácilmente
no ser tan así y de que algo así es en todas partes.
Tenemos
la sensación de que en Europa todo
anda perfecto siempre, siempre…
Y de
pronto recordamos al gran Stieg Larsson
queriendo tomar el ascensor del edificio en donde radican las oficinas de la
revista Expo cuando dicho ascensor “decide” no funcionar y sube los
siete pisos hasta su oficina para, media hora después, sufrir un ataque al
corazón de esos que son definitivos…
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