La historia
de Maradona es, obviamente, la
historia del mejor jugador de fútbol del mundo (al menos en un largo periodo)
pero también la historia de un hombre del cual muchos quisieron aprovecharse.
Hay ricos y famosos que saben resguardarse de los aprovechadores, pero hay
otros muchos que no supieron defenderse, sino que fueron inocentes y creyeron
en los que le mintieron lealtad, amistad, hermandad, amor y todas esas cosas
parecidas.
Diego Armando Maradona fue víctima
de infinidad de esos inescrupulosos que vivieron y viven a su costa, fue víctima
de ellos siempre.
Pero, todo se anula porque a la jueza nombrada se la observa ya como protagonista
de un documental sobre el juicio que aún estaba en pleno inicio, se iba a
llamar “Jusiticia divina”.
Parece que,
aprovechando el auge y ganancia que producen los casos tan mediáticos, la
expansión de las plataformas para difundir vida y obra de famosos, el interés
masivo por estos productos audiovisuales que retratan “la realidad”; parece decimos, que la jueza se hizo propio el papel
de protagonista y ya se veía como diva de un documental aclamado por “el
mundo”.
Esto,
claramente, activo alarmas de otros miembros de la justicia Argentina, si es
que ese criterio existe en estas tierras.
Fue denunciada,
apartada del juicio y, a su vez, será seguramente enjuiciada.
Pero
realmente es poco probable, poco probable que fuese inocente de esto, de haber
querido su momento de fama cinematográfica. Nos cuesta pensar que era ajena a
todo, que no tenía idea de nada, aunque la vemos exultante en el tráiler. Nos
cuesta creer que no quiso ser la estrella de uno de esos documentales que no
son más que una nueva forma de ficción.

