Allá por el año 2010 comenzó “The
Voice of Holland”, luego la franquicia se extendió por todo occidente.
Aspirantes a ser cantantes
reconocidos/as deben superar diversas instancias: selecciones previas, luego
audiciones “a ciegas” donde quedan a merced de un grupo de notables que pueden
o no elegirlos para sus equipos y otras instancias todas ellas eliminatorias.
Las últimas instancias no
quedan a decisión de mentores sino del público.
El público, originariamente
aportaba su voto telefónico.
Hoy, en la versión “La Voz
Argentina” el público vota desde su dispositivo. No se trata de un voto por persona sino por dispositivo. Creo que se entiende el punto al que
me refiero hoy: pongamos que mi vecino tenga, como realmente tiene, un teléfono
móvil personal, pero tiene otro que usa para su trabajo, también tiene una PC
de esas de escritorio y una Notebook. Por supuesto que el señor vecino mío
aporta a su candidato cuatro votos.
La selección del ganador no
queda realmente a merced del gusto del público aficionado al programa sino a
quien tenga en su poder más dispositivos.
Así son las reglas del juego en estos tiempos...
La reflexión la dejo para
ustedes “puñado de lectores entusiastas” para que la expandan a situaciones de poder en todo sentido…
Este formato de programas (el bar, gran hermano, bailando, etc) y todos sus derivados nunca me resultaron atractivos de la menor manera, sin embargo generan pasiones y fanatismos imposibles de comprender.
ResponderEliminarAsí y todo parecen ser un éxito.
Saludos,
J.
Curiosamente, en estos tiempos en que la televisión está transitando su largo ocaso, La Voz vino a ser un respiro ya que logró algunos niveles potables en cuanto a cantidad de telespectadores...
ResponderEliminarBien por ellos, pero no contaron con mi expectación...
EliminarEspero a que algún día hagan algo un poco más interesante, pero lo dudo.
Saludos,
J.