Y
yo escribo una vez pasado el día...
Es
que tantos fragmentos venían a mi mente...
Pero
siempre hay quien dice esas cosas mejor que nadie:
“A
veces, alguien que ve mi biblioteca pregunta si he leído todos esos
libros. Y la respuesta siempre es la misma: unos sí y otros no; pero
necesito que estén todos ahí. Una biblioteca es memoria, compañía
y proyecto de futuro, aunque ese proyecto no llegue a completarse
nunca. Una biblioteca amuebla una vida, y la define. Raro es no
advertir el corazón y la cabeza de un ser humano tras un repaso
minucioso a los libros que tiene en casa, o que no tiene. Por eso no
me lamento por los que no llegaré a leer. Cumplen su función
incluso quietos, silenciosos, alineados con sus títulos en los
lomos. Puedo abrirlos, hojearlos, recorrerlos despacio, meterlos en
la mochila para un viaje. Y aunque muchos no llegue a leerlos jamás,
habrán cumplido su misión. Su noble cometido. Cuando comprendí que
nunca leería todos los libros que ansiaba leer, y acepté esa
realidad con resignada melancolía, cambió mi vida lectora. Se hizo
más plena y madura, del mismo modo que, en la primera guerra que
conocí, asumir que yo también podía morir cambió mi forma de
mirar el mundo. Los libros que nunca leeré me definen y me
enriquecen tanto como los que he leído. Están ahí, y ellos saben
que lo sé. Si sobreviven al tiempo, al fuego, al agua, al desastre,
a la estupidez del ser humano, un día serán de otro. Y lo serán
gracias a mí, que tuve el privilegio de rescatarlos de sus miles de
naufragios y unirlos a mi vida.”
Arturo
Pérez-Reverte
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