De su “Diccionario
del Diablo”, todo un compendio de política internacional explicada
desde la bebida:
“Beber,
v. t. e. i. Echar un trago, ponerse en curda, chupar, empinar el codo, mamarse,
embriagarse. El individuo que se da a la bebida es mal visto, pero las naciones
bebedoras ocupan la vanguardia de la civilización y el poder. Enfrentados con
los cristianos, que beben mucho, los abstemios mahometanos se derrumban como el
pasto frente a la guadaña. En la India cien mil británicos comedores de carne y
chupadores de brandy con soda subyugan a doscientos cincuenta millones de
abstemios vegetarianos de la misma raza aria. ¡Y con cuánta gallardía el
norteamericano bebedor de whisky desalojó al moderado español de sus
posesiones! Desde la época en que los piratas nórdicos asolaron las costas de
Europa occidental y durmieron, borrachos, en cada puerto conquistado, ha sido
lo mismo: en todas partes las naciones que toman demasiado pelean bien, aunque
no las acompañe la justicia.”
Abrose Bierce
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