Lamentablemente, algunas actividades que tienen categoría artística se ven “abrumadas” por la tecnología. Esto hace que muchos las desestimen incluso como actividad amateur y se pierdan, con cierta ignorancia culposa, infinidad de vocaciones por desconocimiento.
Un ejemplo: el consumo y producción de historietas está casi en extinción puesto que la miniserie televisiva y el cine han superado ampliamente dicho formato textual. Un sinnúmero de potenciales lectores jamás se acercarán a esta actividad y, por ende, no descubrirán sus riquísimas posibilidades. Conozco, lamentablemente, decenas de adolescentes que creen que la historieta comenzó con el “manga”. Observar esto es una justa razón de suicidio. Ni se nos ocurre indagar si se enteraron de que existe o existió una “escuela de historieta argentina…”
La fotografía es otro caso. Ya pocos toman fotografías con esas cámaras con rollo. Para tomar buenas fotografías había que poner cierta capacidad y pericia. Al menos una pizca de corazón estético.
Hoy, todos podemos tomar pésimas fotografías digitales. Con el teléfono podemos tomar fotografías. El teléfono saca fotos (en cuanto la licuadora venga con afeitadora me compro una).
Y todos toman un sinfín de tontas fotografías. Y las suben a la red. Por lo que, podemos ver una infinidad de imágenes absolutamente similares. En el “Facebook” me comparten, recientemente, dos conocidas comiendo alfajores en más de cien tomas.
Nada de malo en todo esto. Lo único lamentable es que ya se toman tantas imágenes que el trabajo de seleccionar las potables para imprimirlas o conservarlas de alguna manera se torna farragoso y, por ende, nadie lo hace. Luego de un tiempo se pierden en el ciberespacio o se eliminan.
Y mueren algunas buenas entre tantas malas…
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