lunes, 6 de junio de 2022

Borges, Macedonio Fernández y una verdad que abruma o alivia...

  De vez en cuando releo esta anécdota que refiere J.L. Borges al recordar al gran Macedonio Fernández:

“Macedonio no le daba el menor valor a su palabra escrita; al mudarse de alojamiento, solía olvidar sus manuscritos de índole literaria o metafísica, que se habían acumulado sobre la mesa y que llenaban los cajones y los armarios. Mucho se perdió así, acaso irrevocablemente. Recuerdo haberle reprochado esa distracción; me dijo que suponer que podemos perder algo es una soberbia, ya que la mente humana es tan pobre que está condenada a encontrar, perder o redescubrir siempre las mismas cosas. Con los años he llegado a aceptar esa verdad…”

 Siempre me pareció esta actitud de una valentía y humildad sin precedentes. 

Estamos cuidando como tesoros esos pequeños logros de nuestra originalidad como si gran cosa fueran y Macedonio nos alivia de pretensiones de autoría y sueños de grandezas personales arrostrándonos un camino de humildad





No hay comentarios:

Publicar un comentario