miércoles, 13 de octubre de 2021

“La 1-5/18”, el enojo vs la ficción...

 


 En estas tierras uno puede ver la flamante telenovela “La 1-5/18” producida por Pol-ka, escrita por Lily Ann Martin, Marcelo Nacci y Jessica Valls y dirigida por Jorge Nisco y Alejandro Ibáñez. Protagonizada, a su vez por Gonzalo Heredia, Agustina Cherri entre otros…

 Y el caso es que ya han sonado voces de enojo y se entiende aunque tal vez no tanto…

 Es que la historia sucede en una “villa miseria”. Este término se utiliza en Argentina para denominar los grandes barrios de poblaciones sumamente carenciadas cuyos habitantes, en su mayoría intentan noblemente subsistir y lograr una vida mejor conviviendo con elementos y franjas altamente delictivas en todo sentido. Las fuerzas de seguridad tienen un poder relativo allí convirtiéndose generalmente en parte del problema. Diversas organizaciones sociales, hoy por hoy, intentan algo como quien trata de tapar con madera y cartón un boquete de torpedo en el casco de un acorazado…

 Pero no es el fin de este espacio caracterizar realidades sociales…

 Las voces de enojo se deben a que, claramente, nada más lejos de la realidad de las “villas miserias” argentinas que esta versión edulcorada y televisiva.

 Imaginen que para la presentación previa, una comitiva de periodistas galantemente ataviados/as como es costumbre en las presentaciones estelares, recorrió los escenarios creados para la ficción que consistieron en la reproducción de una “villa” cuyos materiales de utilería son mejores en todo sentido a las casas que conforman las verdaderas “villas miseriasde este amado y sufrido país

 No obstante: ¿Qué esperaban? ¿La reproducción de la realidad?

 ¿Cuándo una ficción sea la que fuere reprodujo realidades?

 ¿Alguien creyó alguna vez que “Pasión de Gavilanes” era un muestreo creíble de lo que se vive en los ranchos colombianos? ¿Acaso alguien piensa que la esclava Isaura es el testimonio histórico del Brasil esclavista del Siglo XIX?




 Y
dejo la coas aquí para no trasladarme de género hablando de cine y literatura porque el tema me daría para más de un libro. Baste como muestra aquellos incautos que fueron tras las huellas de Cristo cuando se tomaron en serio la ficción de Dan Brown, “El código Da Vinci” o incluso la de los que se saltearon la lectura de la novela y se lo creyeron todo con solo la película…

 No es cuestión de fastidiar, pero todos sabemos que existió Pocahontas, el problema es creer que Pocahontas era tal cual nos lo cuenta Disney...

 Entiendo que el público que habita aquellos barrios de nuestra patria deben estar viendo “La 1-5/18” haciendo denodados esfuerzos por no dar puñetazos al televisor o poner fuego a la productora, pero esto es lo que es y no puede ser otra cosa.

 Es ficción, no documentalismo. La realidad, la realidad es la que viven quienes viven en esos barrios y nadie más que ellos saben de qué se trata en serio...





3 comentarios:

  1. El problema se hizo público porque la mayoría de la población argentina conoce las villas, los barrios humildes o las zonas carenciadas; y muchos viven allí. Entonces la mala representación se hace notar por su choque contra el saber popular. Nadie (o muy pocos) conocen las estancias de Colombia como para notar la ridiculez de Pasión de Gavilanes, solamente los profesores de historia saben que Isaura la Esclava es un invento suave y edulcorado de la realidad. ¿Cuantos saben que no existen monjes del Opus Dei? y ¿Y cuantos conocen la verdadera historia de Pocahontas?

    Lo más grave es que hay profesores, maestros, docentes universitarios que les recomiendan para ver a sus alumnos “El código Da Vinci”, o en el peor de los casos "Algo habrán hecho, por la historia argentina", quizás la peor ficción de toda la tv, supuestamente basada en hechos reales, que se da el tupé de presentarse como un documental.

    Si la educación se basa en Felipe Pigna y Dario Z vamos a seguir creyendo que la televisión es algo importante.

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    1. Coincido, especialmente con ese error pedagógico de creer que productos televisivos o cinematográficos como los que has citado podrán aportar gran cosa. Es una tentación docente muy común. Sin duda que hay estrategias y disparadores de enseñanza muchos mejores.

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  2. El problema es confundir la ficción con la realidad, y pretender que lo que muestra la pantalla (o lo que diga un periodista, o un político) sea cierto.

    Por otro lado, todo este debate sólo sirve para darle más popularidad a la ese producto.

    Saludos,
    J.

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