jueves, 20 de agosto de 2020

i Carly y los Instagramers y los Youtubers también!!

 


 Sin duda que, por ahora, el podio del protagonismo en las redes sociales, está merecidamente ocupado por Youtubers e Instagramers entre otros nuevos “oficios” con sus sitiales y aspiraciones de nobel popularidad, ejemplo los Tik Tokers

 Esta popularidad les va dando el preciado galardón de influencers

 Pero no es hacer catálogo de actividades virtuales el objetivo de estas líneas sino solo de reconocer dos cosas:

 La primera: sigo a algunos de estos tanto instagramers y youtubers y los disfruto.

 La segunda: observo que, como en toda actividad creativa, hay un constante afán de originalidad simpática, esa que los ancianos catalogan como “locura juvenil” (con excepción de propuestas culturales o temáticas-instructivas muy específicas).

 A veces este delirio de propiciar lo insólito y novedoso cae en la laguna de la reiteración: suelen cortarse el pelo en vivo, o estrenar un tatuaje “fuera de lo común”, o propiciar un cambio de “look” llamativo, o confesar lo que parecía inconfesable…

 Otras veces, asumen el camino del riesgo que los lleva a la tragedia: Ekaterina Didenko festejando su cumpleaños en una bañera llena de hielo seco que derivara en la muerte de su novio junto con dos amigos, o las jóvenes que se tatuaron los ojos y perdieron la vista de manera temporal las más afortunadas…


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 Sin embargo, querido puñado de lectores entusiastas, permítanme esta reflexión que podría parecer algo tonta o absurda:

 Creo que las actividades de instagramers y youtubers pueden parecer insólitas o divertidas pero nunca superan en originalidad a las disparatadas propuestas que los adolescentes podían ver en aquel programa que fue “i Carly” acaso precursor de estos “oficios”.

 Era una comedia simpática, juvenil, otro invento de la cadena Nickelodeon en la que un par de jovencitas, compañeritas de escuela tenían un programa en un sitio de internet.

 Allí proponían actividades muy insólitas: romper huevos con un yoistik, realizar peleas de dos muchachos en traje de baños femeninos sobre alimentos para mascotas, cantar una canción a viva voz mientras comían bananas, realizar una competencia pictórica pintando a la vez el pecho y la espalda de un compañero, constatar que alguien pudiera comer spaghettis y albóndigas con sorbete, molestar telefónicamente al encargado del edificio, bailar con moras puestas en los orificios de la nariz mientras una de ellas tocaba un instrumento de viento, hacer pruebas de imantación metiendo un pie en vinagre y en leche de cabra… y así podríamos seguir enumerando…

 Y sé que podría resultar antipático, pero cuando veo instagramers y youtubers haciendo locuras no veo que superen las propuestas que tan atractivamente actuaban Miranda Cosgrove y Jennette McCurdy

 Claro, que ese programa tenía detrás profesionales guionistas y solvente producción. Aquello era ficción pensada y probada.

 Los instagramers y youtubers no cuentan con este sostén.

 Hacen lo que pueden…



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