lunes, 2 de marzo de 2020

Richard Long...





  A veces, saturados ya de series, mini-series, cuelas, post-cuelas y pre-cuelas, recordamos a esos que antaño sacaban como de una galera pródiga cientos de buenas historias...

  En nuestro mundo de la historieta, Oesterheld era por entonces, uno de esos creadores que tenía una fuente infinita de historias sorprendentes.

  Richard Long fue una de ellas a la que dejó como en ciernes…

 Cito a quien hizo un buen análisis:

"Todo comienza en una oscura calle francesa. Richard Long, asesino a sueldo tiene la fácil misión -encomendada por el "Boss"- de matar a Horne, un agente del "Sin Cara". Por su parte Horne tiene las mismas órdenes, pero a la inversa: matar a Long. Pero Horne resulta ser una mujer, y en el momento del encuentro fatal surge la pasión y por primera vez ninguno de los dos mata al contrario: sacian su amor en un cuarto de hotel acompañados por la música de Paul Mc Cartney.
Long debe asumir su fracaso; se dirige a la agencia teatral que sirve de pantalla al "Boss", quien lo felicita por "su" trabajo. Tras la sorpresa Long lo comprende todo: El "Sin Cara" no perdonó la traición y mató brutalmente a Marie Horne.
Richard sale a buscar al "Sin Cara" para vengar a su furtivo amor. Se enfrentan en un bar de mala muerte, pero el "Sin Cara" da un revés a la historia: la muerte de Marie fue una excusa para atraer a Long... le propone un trabajo, Richard acepta y... allí termina la historia, un preámbulo de la que se perfilaba como una gran historieta de serie negra. Magistralmente planteada por Oesterheld y brillantemente interpretada gráficamente por Alberto Breccia en su primera experimentación con "collage", apareció en un número del suplemento de historietas de la revista KARINA, en 1966."

Hernán Ostuni
(Oesterheld en primera persona. HGO, su vida y su obra - Volumen 1. La Bañadera del Comic, 2005)

1 comentario:

  1. Es una buena historia, un buen guión, corto, directo, que te deja con ganas de más pero que, sin embargo, termina.
    Muchos guionistas, de hoy y de ayer también, tienen miedo de terminar sus historias, por eso siempre dejan cabos sueltos, ideas por la mitad, o diálogos que pueden ser interpretados de otra manera para asegurarse posibles continuaciones. Muchas de las cuales luego resultan por completo innecesarias.

    Saludos,

    J.

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