Algo interrumpió lo que tenía pensado para la
entrada de hoy.
Debe ser el inminente advenimiento de la primavera…
Son tan tristes, a veces, los inviernos en una
ciudad como esta, que sueña ser una “eterna veraniega” y no lo logra y no puede lograrlo porque no
está en su esencia.
Un poco de sol, luego de días de lluvia y todos
sonríen…
Yo también, aunque no puedo sacarme del corazón
imágenes como las que alguna vez plasmó Robert Martin, basta como prueba esta maravillosa
fotografía llamada “Silla y Soledad”.
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