Descubro, leyendo una vieja nota periodística, que
nuestra escritora Victoria Ocampo fue invitada a presenciar el juicio de
Nüremberg…
Percibe que lo que se está diciendo tiene menos
hondura que lo que ve…
“Escucho estos alegatos, estas preguntas, estas respuestas como si eso –lo
advierto perfectamente- no fuera lo más importante. El espectáculo impresiona
casi más a mis ojos que a mis oídos. En
esta ópera, los oídos tienen casi menos importancia que los ojos. Lo que se
dice en esta sala, ya podrán comunicármelo los diarios, repetírmelo los amigos. Pero
nunca podrán trasmitirme lo que mis propios ojos recogen en los rostros, en los
gestos, en las actitudes…”
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