Desde hace unos pocos días es éxito en estas latitudes. Es éxito a nivel planetario podríamos decir.
Las críticas son como las paletas
de colores, van de extremo a extremo pasando por matices. A modo de ejemplo:
Gerardo Gil de diario
“El sol de México”: (...) un lenguaje fílmico mediocre,
medianamente entretenida pero carente de la sorpresa del cine…"
O, sin ir más lejos:
Ross Bonaime para “Collider”: "Puede
que Deadpool no sea el Jesús de Marvel, pero 'Deadpool & Wolverine' es la
inyección de adrenalina que este universo necesitaba desde hace tiempo, y un
emocionante recordatorio de lo divertido y fascinante que puede llegar a ser…"
Recorriendo varias decenas de
críticas, y luego de ver el film en día de estreno, nos quedamos con estas
palabras que explicitan lo que diríamos en este espacio:
Nick Schager de “The Daily Beast”: "Al
igual que con las anteriores, aquellos que no soporten Deadpool o no conozcan
la tradición cinematográfica de Marvel no la aguantarán ni un segundo. El resto
estará en el paraíso."
Y es que no lo podríamos decir
mejor: sin concesiones para los espectadores no amantes de estas temáticas,
este universo y este personaje; con mucho para ofrecer para quienes adhieran y
amen a Deadpool y Wolverine…
No son pocos sino cada vez más,
los espectadores que dicen: “Me gustan
las películas basadas en hechos reales", hasta algunos afirman de modo
contundente: “Solo me gustan las
películas basadas en hechos reales”.
Podríamos aventurar también, sin
miedo a equivocarnos, que la mayoría de esos amantes de “Basada en hechos reales”, no están leyendo correctamente la frase,
sino que están entendiendo: “Estos fueron
los hechos reales”, de ahí que disfruten del cine con un plus superlativo
de fe en referencia absoluta a lo que ha sucedido en la realidad.
Claro que, si alguien de esos se
tomase el trabajo de cotejar referencias históricas serias, documentación
académica, relatos fehacientes, vería qué tan lejos de lo cierto está todo lo
que están tomando como cierto: imprecisiones diversas, cambios de situaciones,
reposiciones históricas muy improbables, personajes trastocados, vestuarios y
materiales fuera de contexto, en fin… Si tomamos a modo de prueba el cine bélico,
hoy podríamos decir que existen unas pocas escenas de dos, o a lo sumo tres, películas
que se aproximan a algo cierto. Hace poco se realizó, en estas tierras, la
experiencia de preguntar a los jóvenes amantes del cine bélico qué país ganó la
guerra de Vietnam, y no dudaron en afirmar que EE.UU. Las biopic y
los films que nos muestran las vidas de personajes importantes, son también
otro ejemplo. ¿Alguien cree de verdad que Marilyn Monroe es la Marylin
de Ana de Armas (2022) o que el “conde” Almásy es el sujeto de “El paciente inglés” (1996) o que Barrie,
creador de “Peter Pan” es el
que personifica Johnny Depp en “Descubriendo
Nunca Jamás”(2004) o que Pochaontas
(1995), es la de Disney?
Todos films maravillosos sin dudas
y no abundamos en ejemplos porque la lista es tan larga que parece infinita.
No obstante, la fórmula mágica “Basada en hechos reales”, funciona a la
perfección.
Alguna vez dijo Ítalo Calvino:
“No hay lenguaje sin engaño…”
Fue un 23 de julio de 1982 cuando Vic
Morrow muere en el set de filmación de “La dimensión desconocida” y así surgió lo que conocemos como “la peor tragedia de la historia de
Hollywood”. Dirigían la serie John Landis, Steven Spielberg, Joe
Dante y George Miller (nombres conocidos sin duda). Murieron Morrow
y dos niños que habían sido contratados en condiciones de absoluta ilegalidad.
Parece ser que, debido a los requerimientos innecesarios de Landis, la
escena derivó en la caída de un helicóptero quitando la vida a los ya
nombrados.
De ello resultó juicio por
negligencia y trabajo infantil para Landis y algún otro del que derivó
la absolución y tal vez, algún pago por fuera de lo que podamos saber. A favor
de algo, si es que puede sacarse algo de todo este desastre, es que se
iniciaron las reformas laborales en favor de los menores y la implementación de
normas de seguridad en situaciones de filmación.
El episodio se estrenó sin mayores
problemas porque, para colmo de males, la escena era ciertamente tan
espectacular como innecesaria. El show continuó porque como bien dijo nuestro Dalmiro
Sáenz: “El que se muere, pierde”…
Nos enseñaban en la escuela que la
misión del género Ciencia Ficción,
no era tanto profetizar el futuro sino alertar sobre el presente.
De todos modos, escritores,
guionistas, creadores de Ficción
Científica terminaron, voluntaria o involuntariamente profetizando el
futuro que, en muchos casos, ya se nos hace presente.
Tal vez, eso sí, con marcada
disparidad, si bien estamos muy lejos de conquistar el Universo andando de aquí
para allá, es cierto que en términos de capacidad cibernética se ha logrado lo
imaginado ampliamente, diríamos que la realidad superó la ficción en muchos
ámbitos.
Hoy, algún periódico se da cuenta
(se “anoticia” para decirlo con cierta ironía) de que el film dirigido porStanley
Kubrick de 1968: “2001:
A Space Odyssey” (“2001:
Odisea del espacio”) contiene verdades patentes con respecto a lo que llamamos Inteligencia Artificial. En el film, la computadora “HAL
9000” comienza a tomar control por sobre la opinión de los protagonistas,
comprende las emociones de estos, los manipula y acaso hasta manifiesta algún
tipo de “emoción” propia entre otras cosas.
Dos pulgares arriba amigo Kubrick
hace más de 55 años como ahora, por haber guionado con Arthur C. Clarke aquel
film insuperable…
Hace tiempo, existían verdades
cotidianas indiscutibles, diriamos “sacrosantas”: andar desabrigado en invierno
produce gripe, meterse al mar haciendo la digestión es una práctica mortal, no
comer durante horas puede ser peligroso y etcéteras.
Entre los etcéteras estaban las
bondades totales y absolutas de beber leche a lo largo y ancho de la vida.
Hoy todas esas “verdades” fueron
refutadas, y una vez refutadas, fueron refutadas las refutaciones. Así que cada
tanto, nos aparecen voces en favor de la leche y voces en contra. De la leche
como de cualquier otro alimento…
Haciendo un simple ejercicio,
podemos leer en la red a primeras pruebas: “Los
investigadores de Harvard señalan que el alto consumo puede incrementar el
riesgo de padecer cáncer de próstata y de ovario. Además, afirman que el
consumo diario de productos lácteos aumenta los niveles de grasas saturadas y
de vitamina A, lo que hace que los huesos se debiliten…”
Por otro lado, uno de los diarios
más leídos de estas tierras, acaso el que más, pone una nota hoy mismo a todo tamaño
diciendo que, ahora sí, se dieron cuenta de todo lo contrario de lo que
acabamos de decir más arriba:“La
leche es un alimento natural, rico y nutritivo, fundamental en una alimentación
saludable y para seguir un estilo de vida activo. No importa la edad, existen
muchas razones para tomar leche…”
Y si nos ponemos suspicaces, seguramente
encontraremos en el mismo portal de noticias, notas con “incuestionables” pruebas
opuestas de lo que hoy acaban de publicar.
Tal vez, debemos ir asumiendo que todas
las consideraciones alimentarias no son más que un nuevo género de ficción…
En nuestras manos, dos
años después de ver la luz editorial está el “¿Hola? Un réquiem para el teléfono” de
Martín Kohan.
Estamos de acuerdo que es "ensayo jocoso", "reflexión acertada","caleidoscopio de observaciones", "compilación de
brillantes ideas" en torno a aquel artefacto que ya ha sido de tal modo superado
que, las nuevas generaciones, apenas conciben que haya existido y que fuera
como lo fue tan importante.
Breve, pero no deja prácticamente
nada fuera de reflexión: la comunicación humana, los amores, las
complicaciones, las concepciones filosóficas, las anécdotas simples.
El teléfono tal como era en sus circunstancias y formas, sin dejar de lado que la
falta de él significaba también y mucho y determinaba las historias de vidas de los
seres humanos.
Tal vez, a las grandes figuras del
cine se las llama “estrellas” no por su posición gloriosa e inalcanzable sino
por su capacidad de seguir brillando en lo alto después de que han muerto. Siempre
nos resistimos a las necrológicas, por eso siempre estamos algo tardes, pero ¿cómo no mencionar a la magnífica Shelley Duvall?
Su filmografía está al alcance de
quien quiera, sus actuaciones: diversas y maravillosas todas (por supuesto, icónica e inolvidable en "El resplandor" de 1980).
Nos encandiló con sus pestañas en “Volar es para los pájaros”(“Brewster McCloud” de 1970), por
eso cuando el mundo vio a Liza Minelli en “Cabaret”, 1972, algo
de ese rostro resultaba apasionantemente conocido. Dicen que los de Shelley
son los ojos más grandes de la historia del cine y acaso sea verdad.
Si
hubiese detractores para este humilde espacio, les diremos que “nos la merecemos” y hasta les damos la
razón: ya se sabe que hablamos sin distinguir detalles entre “secuelas”, “precuelas”, “reboot”, y
otras formas de re-versionar y que todo lo metemos en “la misma bolsa”. Es solo una manera de simplificar,
arbitrariamente por cierto, la forma que tiene Hollywood para darnos más de lo mismo.
No
obstante, ya se sabe también que hay diferencias sustanciales. De todas las formas
de re-significaciones cinematográficas estamos más a favor de los “reboot” y las “remake”. Es que, como dice una afamada de estas tierras: “El público siempre se renueva” y, a
veces, no siempre solo a veces, volver a hacer lo que quedó algo envejecido,
resulta agradable. “Batman Inicia” (“Batman Begins”,2005) ha sido una maravilla. En este mismo espacio dijimos más de
una vez que “Viaje Fantástico”(“Fantastic Voyage”, 1966) y “El hombre menguante”(“The Incredible Shrinking Man”, 1957)
se merecen ya una versión aggiornada. Pero, la mayoría de las veces, y ya lo
hemos dicho también, los productores y directores eligen recrear cosas cuya
magia y/o pericia es imposible de reproducir nuevamente por más tecnologías que
haya. Es el caso de “Los tres chiflados”,
(“The Three Stooges”, 21012), “El llanero solitario”(“The Lone Ranger”, 2013), entre tantos
otros fracasos meorables. El poder mágico original de esas creaciones difícilmente podrá
superarse.
En
definitiva, hay que saber qué hacer de nuevo y qué no.
Yo no
apostaría por una vuelta de “Harry Potter”, aunque en eso se
está…
Y dicho
esto, ahora con la excusa de que estaba pensada desde un principio, pero hubo
casi un cuarto de siglo de “justificadas” postergaciones, pues tendremos “Gladiator
2” y seguimos en esto de las repeticiones como si la historia de la
humanidad no fuese tan grande como dar otras originalidades.
Cierto es
que los creadores de estas re-versiones y secuelas y “más de lo mismo”, cuentan
con nuestra complicidad ya que, como cinéfilos que somos, no podremos dejar de
tomar el engaño e iremos a verla…
Nos
repetimos, cuánto lo siento, pero es inevitable. En marzo de este año
hablábamos de lo falto de ideas que esta el universo Hollywood si es que
tenemos que ver otra “Ghostbusters”, otra “Beetlejuice”,
otra “The office”, otra “Escuela de Rock”,otra “La historia sin fin”.
Lista a la que ya le podemos sumar sin poder jactarnos de dar primicias: “El
diablo viste a la moda”, “Un viernes de locos” (“Freaky
Friday 2”), “Karate Kid”, “Highlander”, “Abracadabra”(“Hocus pocus 3”) y podríamos continuar.
Pecábamos
de ingenuidad en nuestra entrada de marzo, solo hablamos de escasez de ideas,
pero no es eso tanto como la voracidad económica.
Sabemos
que los creadores lo saben bien. Son excepcionales los films que superaron sus
primeras versiones. Saben guionistas, creadores, productores y directores que
en el espectador no se logrará lo que se logró con la primera versión, la
primera parte, la primera entrega. Pero si el análisis de mercado les dice que
habrá una ganancia, pues ahí van corriendo a hacer de nuevo lo que ya se hizo,
a continuar lo que no tendría continuación, a estirar lo que poco estiramiento
soporta.
Sustentado eso está nuestro oficio de amantes del
cine que nos hace público inevitable en muchos casos.