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Dibujo de Natalino Formiga
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Me encantan
las venganzas solapadas o los contraataques inútiles, me gustan las respuestas
bélicas asimétricas.
Siempre me
fascinó esa anécdota del tipo que encuentra a su mujer con su mejor amigo, en su
propia cama y en tal desenfado amoroso que hacen caso omiso del marido presente y
el tipo, el engañado, no atina a otra cosa más que a orinarles los zapatos y
marcharse.
Admiro al
que dispara una flecha contra un bombardero.
Me saco el
sombrero por aquel que va a nado con el puñal en la boca para enfrentar a un
destructor transatlántico…
Algo así
fueron nuestros panaderos-pasteleros de fines del siglo XIX y principios del
XX.
El anarquista
italiano Ettore Mattei, creó en
1887 la primera institución de la resistencia argentina: la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y
Colocación de Obreros Panaderos.
Eran
panaderos, hacían panes y facturas (en Argentina se llama factura a una variedad de masas dulces elaboradas a base de harina
y manteca).
Y, si bien
no pudieron cambiar el mundo, bautizaron con ironía las “facturas” a modo de
resistencia y sutil venganza contra el clero, los militares, la policía y las
doctrinas imperantes del momento.
Es por eso
que hasta el día de hoy pedimos para el domingo a la tarde: vigilantes, libritos, sacramentos,
bombas, cañoncitos y bolas de fraile (algunos dicen de éstas que comenzaron con el nombre de “borlas”,
pero nadie se opuso al cambio o a su otra versión: suspiro de monja).
Mi copa en
alto por los panaderos anarquistas de Argentina, por los degustadores de las
“facturas” y por todos aquellos que siguen luchando a pesar de estar ya
derrotados…
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"Bolas de fraile"... |
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"Bombas" |
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"Libritos" |
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"Vigilantes" |
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"Cañoncitos" |
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"Sacramentos"
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