En estas tierras, como en
casi todo occidente, hay un Tribunal
Fiscal de la Nación, esta institución que debería ostentar la honestidad
entre tantas otras virtudes, este Tribunal
repito, tiene un presidente que es, en este momento, el Dr. Miguel Licht.
Y lo que pasó en estos
días, si contamos la historia en orden cronológico, fue que dicho magistrado,
debido a que aspira a ocupar una de las vacantes en la Corte Suprema de Justicia, teniendo en cuenta el favoritismo
presidencial, quiso congraciarse con nuestro primer mandatario, devoto
obsecuente del judaísmo, y publicó un texto al que llamó su “obra maestra”: “Tratado
de interpretación constitucional: aportes de la Halajá en la interpretación
jurídica”. Se trata de dos tomos, en total unas 1200 páginas, en el que
Licht interpreta los principios
constitucionales de nuestro país a la luz de la ley judía.
No obstante, nos enteramos
de que este escrito está muy, pero muy lejos de ser una lúcida reflexión jurídica
ya que, ante las numerosas denuncias y observaciones irrefutables de letrados
argentinos, debió admitir el “autor” que hizo su “obra maestra” con IA. Pero
eso, aún no es lo peor, lo peor es que el bodoque que “escribió” este
magistrado está repleto de errores y citas inventadas. En palabras de uno de
sus denunciantes: “el libro está lleno de
notas al pie falsas, con remisiones a trabajos inexistentes, atribuyendo
posturas a autores que nunca dijeron lo que se afirma y con citas de páginas
específicas en las que se habla de otra cosa” entre tantas otras incongruencias
y falacias.
Nuestra opinión es que,
contrariamente a lo que se cree, Licht
estaba seguro de que nadie iba a leerlo. Supuso que a funcionarios, amigos,
adláteres y adalides de esta gestión les bastaría con el título (y es que tal
vez, les basta). Acaso creyó
que nadie descubriría su proverbial deshonestidad intelectual, su abyección
teórica servil y realmente insultante para toda la ciudadanía y para la comunidad intelectual judía también, porque esto también es ofensivo para ellos. Pero resulta que
sí, que todavía hay lectores académicos serios, todavía quedan en estas tierras
personas que analizan lo que alguien escribe y arrostran la verdad pese a quien
le pese…

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