Trataremos de sintetizar el tema para no abundar en datos que ya abundan en cualquier sitio virtual comprobable:
La “F1” hasta el 2019, era una actividad menguante en muchos aspectos:
público asistente a las pistas, público seguidor en general no presencial,
difusión, patrocinadores, publicidad, y etcéteras. El altísimo costo de poner a
andar vehículos cada vez más sofisticados, la ingeniería, los diseños,
mantenimiento, pilotos, en fin, todo lo que supone poner a andar de modo
competitivo la Fórmula 1, no estaba siendo una actividad redituable en vistas
al futuro cercano y muy cercano.
No obstante, se encontró
la solución.
Muchos dicen que la magia
comenzó con una serie de la plataforma Netflix:
“Drive
to Survive” (“Conducir para sobrevivir”), que no es otra cosa que una
serie documental que ofrece una mirada “tras
bambalinas” tanto de pilotos como así también de cada persona que tenga que
ver de manera cercana o no tanto a la actividad, teniendo como eje central, por
supuesto, las carreras del Campeonato
Mundial de Fórmula Uno.
En definitiva, hubo que
poner a visualización del mundo cuestiones que no eran visualizadas hasta
entonces. Desde sus orígenes, las carreras de F1 era una actividad de señores bastante serios, algo parcos
diríamos; los resultados de las carreras y las competencias eran la noticia
principal, lo demás, lo demás importaba muy poco.
Pero, a partir del 2019 y
como estrategia efectiva para captar al gran público mundial, comenzamos a
saber intimidades, cuestionamientos, asuntitos privados, conflictos simples,
conflictos complejos, gustos de los pilotos, cuestiones de técnicos y mecánicos,
managers, empresarios afines y muchos más.
El resultado fue
formidable, la Fórmula Uno se convierte (o vuelve a convertirse) de pronto en
un fenómeno pasional planetario. Las redes sociales, toda la actividad virtual
y por supuesto la parafernalia periodística estalla con ese puntapié de Netflix hasta ahora in crescendo sin pausa y de manera
superlativa.
Por eso es que vemos a
pilotos mientras comen, mostrándonos donde duermen, dialogando entre
ellos con y sin cierta tensión, comentando sus gustos personales,
presentándonos sus mascotas, bañándose luego de la competición, incluso hasta
contestando preguntas tan imbéciles como: “¿Cuánto
tiempo antes de una carrera evacuas tus intestinos? Todo suma, todo sirve
al objetivo final.
Claro que, no pueden
faltar ciertas observaciones perspicaces que también surgen de la matriz
resignificante que propuso “Drive to Survive”: comentarios
falsos, escenas montadas, importancia indebida para las sesiones de prueba y
práctica, sobredramatismo, tergiversaciones de ciertos eventos dentro y fuera
de las pistas y aledaños…
Era esperable.
Si se trata de gestionar
fama y dinero para todos, se puede sacrificar un poco (o bastante) la realidad…