jueves, 5 de enero de 2023

“1917” y una puñalada que siempre duele…

 


 Volví a ver este film (“1917”) del 2019. Otra vez, la Primera Guerra Mundial o la Gran Guerra como le llaman, acaso porque sigo enojado con la nueva versión de “Sin Novedad en el Frente”, acaso porque siempre ando rastreando buen cine de guerra, no lo sé…

 Es un film magnífico en términos cinematográficos y en todos sus aspectos, una joya del cine bélico. No está basada en hechos reales puesto que no hay registro de una acción como la que narra el film a saber: dos soldados ingleses a los que se les encarga recorrer las líneas enemigas y entregar un mensaje que detenga el ataque de un batallón que va camino a una trampa, la acción podría salvar a 1600 combatientes.

 No obstante y se sabe a las claras que en aquellos largos años de lucha, enviar a un soldado en solitario por sobre terreno enemigo con mensajes o misiones, era cosa habitual. El director y co-guionista Sam Mendes se inspiró en su abuelo Alfred, quien hizo tareas de mensajería riesgosa en esa contienda. Eso sí, era un joven de 1,60 m. de estatura, apropiado para ocultarse y no ser visto especialmente durante jornadas en que la de niebla era de 1,80 m. En este film el protagonista es George MacKay que claramente, daría la talla para un personaje élfico o líder de tribu watusi, pero eso no nos importa, el cine es así…

 Sea como fuere, se reitera que “1917” es un film magnífico. No obstante, al volver sobre el mismo, volví sobre una apreciación que tanto aquella vez como esta ahondan mi disgusto…

 Una puñalada en términos literales…

 Nobleza obliga aclarar que si bien lo que sigue no es en rigor spoiler, sí es una escena crucial y por tanto, recomiendo encarecidamente a quien desee ver el film siendo que aún no lo haya visto, claro, pues que deje lecturas aquí mismo y se ponga a verlo sin dudarlo.

 Dicho esto, hablo de una puñalada que le pegan a un personaje principal y que me duele a mí de algún modo, en el sentido en que “no me cierra”, “me hace ruido”, “me da cierta tirria” o como dirían los españoles: intuyo “mala leche”

 Y es que en cuestión, los personajes principales ayudan a rescatar a un piloto enemigo, su avión está llamas, lo quitan de allí y en situación de asistirlo el piloto toma un puñal y asesta una puñalada a uno de nuestros protagonistas…

 Ya dijimos a las claras que la anécdota real del film se la inventaron los guionistas, que poco y nada hay del abuelo de Mendes, por ello: ¿Un piloto de la Primera Guerra matando a alguien que quiere rescatarlo?  ¿Un piloto justamente? Sabemos que si algún código de honor existió en los horrores de alguna guerra fue entre los pilotos de la Primera fueren del bando que fueren. De Barón Rojo acompañando en su caída a contrincantes derribados, él mismo recibiendo honores de sus enemigos en su funeral después de ser abatido, de brindis por acciones heroicas propias y ajenas, de admiración y respeto por amigos y enemigos y etcéteras de este tipo de cosas nos habla no el cine, sino la crónica histórica. Si algunos se diferenciaron en la mecánica de la muerte bélica, esos fueron los pilotos de la Primera Guerra. Por eso, que Sam Mendes haga, puesto que no tiene dato alguno sobre esto, que un piloto al tiempo de ser rescatado y asistido, ya fuera de combate y fuera de su avión, le diera una puñalada a su rescatista solo por el hecho de ser del bando contrario, un herido de guerra matando a quien lo está asistiendo…pues…pues… y justamente un piloto de la Segunda Guerra, Sam!!!, justamente ellos!! que una vez fuera de escena y fuera de sus aviones y fuera ya de su ámbito e incluso en el mismo ámbito y situación, se distinguieron por el honor y la caballerosidad… Sam… que mala espina Sam… que mala espina…




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