miércoles, 3 de agosto de 2022

“¿Dónde estás Joao Gilberto?” o instrucciones para no hallar a alguien… (miércoles de película)

 


 


  No seré breve...

 Se trata de un documental de 2018 dirigido por Georges Gachot y personificado por sí mismo ya que el formato documentalista lo permite sin extrañezas.

 Lo que sucede es que uno, como espectador receptivo, se dispone a lo que le ofrecen, el espectador común es alguien simple, toma lo que le dan y luego vemos… Y digo esto porque a poco de andar el film uno se pregunta si algo no está andando mal en la propuesta.

  Intentaré ser conciso: se trata de la búsqueda que emprende Gachot para dar con Gilberto, padre y creador de la Bossa, quien está perdido (hablamos siempre desde el 2018) en algún lugar de Río de Janeiro desde hace décadas sin que se sepa bien en dónde y sin contacto con prácticamente nadie.

  A las claras, la propuesta es insostenible y uno como espectador oscila entre la compasión y el fastidio. A saber:

  Es difícil dar con alguien si uno entrevista a personas que  inician diálogo diciendo: “Yo no lo veo desde hace 15 años”, “Yo nunca lo vi personalmente pero una vez hablé por teléfono”, “Fuimos amigos durante cuatro meses pero hace décadas”, etc., todas del mismo tenor.

  Pero esto sucede porque el señor Gachot que ha venido a buscar a Joao desde Alemania está siguiendo a rajatabla el inútil derrotero que un señor alemán ya hizo hace unos años y dejara consignado en un libro, hablamos ahora de Marc Fisher y su texto “Ho-ba-la-lá”. Sí, puñado de lectores entusiastas, está claro pero necesito escribirlo nuevamente: se trata entonces de un señor que busca a un artista siguiendo la ruta marcada en un libro escrito por alguien que nunca lo encontró. Algo así como si fuésemos buscadores de tesoros y nos guiamos por el mapa que tenían los que no lo hallaron…

  En esta estrategia Gachot también se contacta con quien fuera ayudante e intérprete del anterior buscador, hablamos ahora de una señora de nombre Rachel, todo con el fin de ir logrando juntos más o menos lo mismo que otrora, es decir nada. A esto nos enteramos que tanto esa ayudante y Fisher se llamaban a sí mismos como Watson y Sherlock en sus comunicaciones virtuales, cosa que nos da cierta gracia misericorde porque ¡vamos! Sherlock y Watson sí resolvían sus casos…

  A estas alturas y a medida que pasan los minutos del film, uno deja ya la inocencia primordial y se pone en espectador esencialmente crítico. Este muchacho Gachot no quiere hallarlo porque los métodos para hallar a alguien no son claramente los que él sigue, estamos hablando de una búsqueda realizada en 2018, reitero. Por otra parte, Joao es un hombre que estuvo tratando de pasar desapercibido pero en todos esos años ha hecho algunas giras, nunca ha dejado de ir a grabar y por supuesto que tenía necesidades humanas como alimentarse por ejemplo, esas necesidades le demandaban algún contacto con otros seres humanos… A propósito de esto, debo aclarar que Gachot habla con la persona que durante 10 años le hizo la misma comida que le llevaban a través de un muchacho quien se la dejaba en la puerta sin haberlo visto a Gilberto jamás, cocinero ni muchacho. De esto deducimos que Joao vive en otro departamento y ahora utiliza otro servicio de comidas que por supuesto Gachot no indagará, a ver si la cosa le sale bien y lo encuentra…

  En fin, lo más exasperante es la aparición de Miucha, una de las mujeres que ha tenido Joao y que supuestamente de vez en cuando el gran músico se digna a contactar. En cada aparición de Miucha presenciamos diálogos de solidaridad y comprensión para Gachot, anécdotas variopintas y por supuesto el ofrecimiento de su ayuda incondicional. No obstante, en la última aparición en el film, a Miucha le suena el celular y atiende manteniendo un diálogo en el que dice más o menos “Ah, eres tú, tengo muchas cosas para contarte pero llámame luego, en una hora o dos, ahora estoy en una entrevista”, todo en ese tono como quien posterga una llamada molesta. Miucha luego dice que ese era Joao… Ahí lo entendemos todo. La conversación de Miucha debería haber sido: “¿Sabes qué Joao? llámame luego porque ahora estoy en una entrevista con un tipo que está haciendo un documental que trata justamente de que no puede encontrarte y parece que yo le estoy tomando por idiota junto a todos los que vean este film”.

  Repito, ahí lo entendemos todo. Joao no está perdido, Joao es un artista que no quiere que nadie lo moleste para nada, y es que el narrador nos lo ha dicho en los primeros minutos!! pero luego, con un discurso de “el misterio, el anhelo, el arte, la belleza, la Bossa Nova, lo que se oculta” y etcéteras pasamos ese detalle por alto. Pero además, cabe decir que Joao no es un artista que coquetea con eso de la fama como esas/os cantantes teens que andan todo el tiempo de aquí para allá y se quejan de sus fans porque no los “dejan tranquilos”. No, Joao es un artista que de verdad no quiere ser fastidiado ni molestado ni interrumpido en lo que sea que esté haciendo ni en ese momento ni nunca. No es alguien que quiera ser encontrado y para eso cuenta con unas personas cercanas que le ayudan, entre ellas Miucha, madre de una de sus hijas.

  Por eso, todo el documental parece una broma. Una construcción sin cimientos. Un esfuerzo por sostener lo que no existe. Señoras y señores, si alguien y especialmente un artista no quiere ser visitado pues lo más adulto es respetar eso mismo. Reitero, no es el caso de un grande olvidado que necesite el rescate del recuerdo, es alguien que como mucho se contacta con conocidos telefónicamente, eso es todo. No se puede construir una épica de lo que no es…bueno, lo cierto es que suelen construirse épicas sobre la nada, lamentablemente, me desdigo se puede, pero no se debería… Tal vez, el film en vez de llamarse “¿Dónde estás Joao Gilberto” debiera llamarse “Otro intento por fastidiar a un artista que no quiere ser fastidiado”

  La película vale la pena por algún personaje entrevistado y porque pasan la música y voz de Joao que siempre resulta hermosa y sublime y hace maravilloso lo que no lo es…




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