domingo, 8 de diciembre de 2019

Fata Morgana II. Gracias Morgana…





    En nuestra entrada anterior hablábamos de un fenómeno óptico, esa suerte de espejismo que nos hace ver castillos de cuento o buques en el aire o islas que hasta recién no estaban.

  Recordábamos que el fenómeno debe su nombre al hada Morgana, cambiante siempre…

  Hoy creo que deberíamos hacerle un acto de fe.

  Con la  misma solidez con que creemos en lo comprobable, propongo que creamos en lo imposible (dicen que de eso se trata la fe…): propongo que creamos que aquello a lo que llamamos “Fata Morgana” no es un fenómeno de refracción de la luz, ni una percepción errónea, ni un espejismo comprobable.


  Propongo que creamos que es lo que es: un regalo de Morgana, el presente de un hada que nos hace ver castillos de ensueño, barcos voladores, islas de encantamiento.

  Propongo que le creamos, que estemos convencidos de que su imagen es verdadera, que su regalo no es otra cosa que un don para que podamos seguir viviendo esta vida con un poco más de sabor…

  Propongo, finalmente que en vez de refutarla, le agradezcamos la magia…








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