domingo, 5 de mayo de 2019

“Spolier, esa actitud miserable…”



  La verdad es que esta costumbre no existía hace un tiempo.

  Salvo los niños, el resto de la humanidad no contaba finales de ningún tipo, ni de películas, ni de libros, ni de nada.

  Luego, percibí que este tipo de acciones se habían expandido entre los adolescentes. 

  Entendible, en la adolescencia parece que interesa más el final que el desarrollo de lo que fuere. Los adolescentes quieren saber cómo termina cualquier cosa sin importar todo el resto, que es justamente lo que importa ya que el final es la consagración de miles de matices y detalles y sucesos de una historia.

    Pero…ahora el fenómeno se ha expandido.

  Los adultos cuentan o suben a la red, finales, “spoliers”, porque en este país no somos capaces de llamar a las cosas por su nombre: “contar finales”.

  Una actitud infantil, estúpida, miserable y mala leche.

  La serie Game of Thrones es una muestra evidente de esta maldita costumbre...

  No veo, por suerte, esta acción repudiable en el público teatral. Hay obras teatrales cuyos finales son extremadamente sorprendentes y las obras continúan temporadas y temporadas sin que a nadie se le ocurra andar comentando el momento supremo…




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