“Facebook” no necesita definición alguna. Agrego como curiosidad que auguran su
reemplazo o nos dicen que su “época de
oro” terminó, no obstante, suma más participantes de todo sitio de este
planeta y a cada instante.
Sirve para comunicarnos,
para mostrar lo que somos, lo que no somos, lo que deseamos ser, lo que
imaginamos ser, sirve para encontrar seres indeseables que creíamos perdidos y
amigos entrañables a los que también creíamos perdidos, sirve para profundizar
infidelidades o para denunciarlas, sirve para infinidad de cosas…
Me he dado
cuenta de que también sirve como cementerio.
Es un
cementerio virtual.
Nadie
desaparece del todo del “Face”.
Cuando morimos, seguimos allí y nuestros amigos nos mandan mensajes que, según
parece, muchos creen que llegan hasta el más allá...
Hace poco. alguien me dijo que algún algoritmo hace que, con el
tiempo, aparezca el perfil del fallecido con la leyenda “In Memoriam”. Una
maravilla…
Y todo sigue, el muro recibe las inscripciones como
una magnífica lápida comunitaria y virtual…
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