martes, 19 de abril de 2016

Los hijos de Superman mueren al amanecer





  La noticia cercana y triste es que cinco jóvenes murieron por consumir unas píldoras con la insignia del “hombre de acero” en una fiesta electrónica, otros terminaron internados y algunos siguen graves:

http://www.clarin.com/sociedad/Noche-control-chicos-fiesta-electronica_0_1559844439.html


 Y ahí están todos los medios periodísticos en todos los horarios y en todos los formatos, escandalizados, reflexivos, con sus bien trajeados conductores y sus atractivas panelistas haciendo esa puesta en escena de verse horrorizados por lo sucedido. Ahí está toda la comidilla periodística y mediática dramatizando ese paso de tragedia que tan bien les sale. Como si no supieran, como si se enteraran hoy que en las fiestas electrónicas se consumen drogas, preferentemente en pastillas de todo color y diseño. Ahí están, hablando  como si nunca hubiesen sabido hasta hoy que esto sucede desde hace mucho, desde siempre, porque las fiestas electrónicas nacieron esencialmente para ello, para que los vendedores de drogas puedan venderlas y para que los consumidores puedan consumirlas, para “volar”, “detonar”, “ponerse en Plutón” (cito a jóvenes asistentes). ¿O acaso alguien cree  que las fiestas electrónicas son para difundir un tipo de música, bailar un ritmo especial y  hacer grandes amigos?  Si alguien cree esto, ha pecado negligentemente de ingenuidad culposa…

 Pero quienes hablan en los medios lo saben bien y lo sabían y lo sabrán siempre, porque también ellos forman parte de un grupo profesional que, en gran mayoría consume drogas puesto que el ambiente artístico y el televisivo en especial es en general una colonia mayormente consumidora, tradicionalmente de cocaína. No obstante, debemos soportar esa sobreactuación moralizante que  se rasga vestiduras y en unos días u horas pasará a otra cosa sin que se les note demasiado cuánto disfrutan hoy, morbosamente, de esta noticia que los reditúa en rating de manera incalculable.

 Lo demás…lo demás es la muerte que se ha venido a colar en la fiesta como en tantas otras fiestas y como tantas otras veces. Y es el precio de coquetear con ella, con la muerte, comprar unas cuantas pastillas en una fiesta electrónica y mandárselas al cuerpo es jugar con la muerte y quienes las consumen lo saben, lo saben pero escasamente, porque son jóvenes y la muerte de verdad se percibe solamente en la vejez y en la guerra. La muerte parece ajena a la fiesta, pero hay fiestas en la que se camina por la cornisa de la muerte.

 Con la insignia de Superman, sus hijos, la toman y antes del amanecer, mueren, porque han obviado que Superman es una ficción, que no hay ni habrá hombres de acero, que todos nos morimos, que los jóvenes alegres también mueren sin que venga ningún super-héroe al rescate jamás.


 Jamás.



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